| Bordado | Sin referenciar | | Art. Men. Labor de relieve ejecutada en tela o piel con aguja y diversas clases de hilo. La tela o piel que va a ser bordada se sujeta generalmente en el bastidor para que esté fija y tirante, existiendo diversos tipos de bastidores. Hay múltiples tipos de puntos de bordar, llamándose dechado la muestra que se tiene presente para bordar. Los principales puntos de bordar son los siguientes: a canutillo, que se hace con hilo de oro o plata rizado en canutos; al pasado o de pasado, que se hace pasando las hebras de un lado a otro de la tela o piel en que se ejecuta el trabajo, sin cosidos; al punto extendido, que se hace extendiendo primero los hilos de oro, plata o seda, sujetándose de vez en vez con un fino hilo de seda apenas visible; de sobrepuesto o de aplicación, que se hace bordando las figuras o adornos separadamente y aplicándoles luego a la tela o piel que se ha de adornar; punto retirado o anudado, que se hace pasando la aguja por el mismo agujero después de sujetar con un hilo otras extendidas en dirección contraria; de realce, en el que sobresalen mucho las figuras o adornos ejecutados con la aguja; de cruz, en el que los hilos se cruzan en aspa inscrita sobre un cuadrado, sobre la tela o piel, muy utilizado a partir del Renacimiento. Los de mayor antigüedad parecen ser la cadeneta, en forma de trenza, típico de Oriente, luego muy utilizado en la Edad Media, a través de Bizancio por Europa, siendo característico de los bordados ingleses medievales; y el punto pasado o de pasado. De gran efecto es que se utilice mucho en las ropas eclesiásticas, consistente en un bordado de hilos de oro, y encima otro de hilos de seda, de manera que el oro prestase ricas tonalidades a estas, como en la técnica de veladura de la pintura. Los bordados consta que se utilizaron según se deduce no sólo de los restos hallados en monumentos funerarios, sino en las representaciones escultóricas y pictóricas. Su difusión por el lejano Oriente es interesante ya que por el empleo de la seda se labraron exquisitos bordados de ricos y armónicos colores que a Occidente llegó a través de los bizantinos y, más tarde, de los árabes. Pieza representativa del bordado bizantino es la magnífica dalmática de Carlomagno (Basílica Vaticano). El bordado árabe medieval tuvo sus principales centros en Palermo, Sevilla, Toledo y Valencia principalmente. Son piezas representativas el manto imperial de Viena, la de la catedral de Gerona y del museo de las Huelgas. Frente a los bordados medievales de tradición árabe es preciso señalar la importancia del bordado eclesiástico inglés que se difunde por toda Europa, siendo obras típicas la capa pluvial de Daroca (Museo de Madrid), la de Victoria and Albert Museum de Londres con el Árbol de Jessé, o la del Museo Civico da Bolonia, de Pío II. Con el Renacimiento se unifican los modelos, dando Italia los modelos que se difunden por Europa, destacando la primacía que en la Edad Moderna va adquiriendo el bordado francés. Con la aparición de la máquina de bordar hacia 1830 el bordado adquiere ya un carácter industrial. Es preciso señalar, por último, la gran importancia del bordado popular en todas las regiones europeas. El bordado popular emplea materiales pobres y mantiene temas y organizaciones ornamentales tradicionales. Son característicos en España, por ejemplo, los bordados en blanco sobre blanco para colchas, la popularidad de los tipos de bordado en blanco y negro en ropas toledanas; el predominio del azul en Galicia y los colores vivos extremeños. | |